Los que tenemos pasión por la fotografía e intentamos descansar dejando el equipo en casa cuando viajamos, no podemos evitar “ver” fotos con frecuencia.
Así me pasó en el Hamburger Bahnhof-Museum für Gegenwart de Berlín, antigua estación de ferrocarril. Esos pasillos interminables, esas sillas como abandonadas. No pude evitar pedirle su cámara a mi compañera.
Lo mismo me ocurrió en la playa de Zarauz. El color de la arena y el reflejo de un perro me obligó a pedir la cámara con rapidez.
En una plaza de León y en pleno mes de agosto, me llamó la atención ver a una pareja que charlaban sin molestarles el sol, que era agobiante. Una vez más me prestaron la cámara.
Incluyo en BAZAR las fotos mencionadas.
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