La niña Mónica y su lucha contra el acoso escolar

ELÍAS LLAMAZARES DE LA PUENTE   R12

                                                                    

 

LA NIÑA MÓNICA Y SU LUCHA CONTRA EL ACOSO ESCOLAR

 

 

Llueve sobre el patio del colegio, es la hora del recreo. Mónica y sus amigas se protegen de la lluvia debajo del alero de entrada al gimnasio, sentadas en las escaleras. Como de costumbre hablan todas al mismo tiempo y a gritos. El colegio es mixto, pero en el grupo no hay chicos.

Una a una se van callando, todas miran hacia la puerta de los servicios, ven como un compañero de su clase, que se llama Marcos, sale con moratones en la cara y cojeando. Lo llaman, pero él no hace intención de ir, corre por el patio alejándose de ellas. Mónica y Marta van corriendo detrás de él, no les importa la lluvia, lo alcanzan y lo paran, una lo coge de la mano mientra la otra busca en sus bolsillos un pañuelo para limpiar la sangre de su cara. Todas las amigas esperan de pie a que se acerquen al grupo. Al final Marcos entiende que no tiene salida, los tres van hacia el grupo empapados. Ya en el grupo todas a la vez le preguntan.

—¿Quién te ha pegado?

—¿Por qué te han pegado?

—¿Quiénes han sido?

Mónica toma la palabra y pide a sus amigas que no lo pregunten todas a la vez. Mira a su compañero.

—Hace unos días tenías un moratón en una mejilla, lo hablé con Marta y no te dijimos nada porque pensamos que te habías caído. Ahora nos tienes que decir quienes te hicieron el moratón y quienes te han pegado hoy.

El muchacho no parece muy animado a responder y mueve la cabeza en sentido negativo, pero se siente muy protegido por sus compañeras, que lo rodean con muestras de cariño. Vera le pone una mano en el hombro.

—Te queremos ayudar, esto no puede volver a pasar. ¿Desde cuándo sufres este acoso?

—Deeesde haaace tiempo con eeempujones, zancadillas, insuuultos…

—Tranquilízate Marcos, cómo no nos lo has dicho antes, hoy se han pasado.

—Me han diii

El muchacho no puede seguir, se para un momento respira e intenta seguir.

—choo que me matarían siii cooontaba aalgoo y me chiiiivabaaa.

Beatriz intenta tranquilizarlo.

—Habla despacio, todas sabemos que eres un poco tartamudo, vocaliza. Te han dado esta paliza para reírse de tu tartamudez.

Mónica se dirige a sus amigas.

—No solo le han dado una paliza sino que también le han denigrado, se han reído de él; esta humillación le quedará grabada en su alma para siempre. No podemos consentir que siga sucediendo.

Marcos se anima a contar lo sucedido, necesita contarlo. Hace varias respiraciones profundas.

—Fui al serviiiiciooo, necesitaba orinar, meee estaban esperando. Me llamaron tartamudo de mierda y querían que pronunciara palabras difíciles paara mí.

Marta le pide tranquilidad.

—Vocaliza, habla despacio, como si estuvieras solo. No tenemos prisa.

El muchacho se siente muy acompañado, habla despacio y vocalizando.

—Cuando tartamudeaba me daban un bofetón, y si me negaba a repetir la palabra me daban una patada y me tiraban al suelo. Ya en el suelo me gritaban: ˝o la dices bien o te sacudimos más”, mientras me daban patadas por todo el cuerpo, incluso en la cara. Cuando se cansaron se fueron gritando “como digas algo te matamos”.

La cara de Mónica refleja todo: pena, indignación, rabia, y una tremenda duda: cómo ayudarlo.

—No estaríais solos, alguien más entraría en los servicios, ¿nadie te ayudó?, ¿nadie aviso a la Dirección?

—Sí, entró gente, pero lo más que oí fue “lo vais a matar”.

—Amigas, esto no puede quedar oculto y olvidado. Tenemos que actuar ¿estáis de acuerdo?

Un grito unánime sale de las bocas de sus amigas “SÍ, de acuerdo”

Mónica anima al grupo: “a por ellos” porque todas sabemos quienes han sido, los chulos de la clase de Raquel. Hablaré con mi hermana. Volveremos a juntarnos en el recreo de mañana.

—Marcos, mañana tú también te vienes con nosotras y si necesitas ir a los servicios vamos todas contigo.

La cara de él es todo un poema por la propuesta de Mónica.

—No te preocupes, no miraremos.

 

 

 

En casa de Mónica están cenando, su cara muestra preocupación, que no pasa inadvertida ni a su hermana y ni a sus padres. Su padre le pregunta.

—¿Tienes algún problema en el colegio?

—Yo no papá. Pero un compañero de mi clase, está sufriendo el acoso de dos bestias de la clase de Raquel.

El padre mira a Raquel.

—Sí, son dos chulos que se hacen los duros molestando a todos y son rechazados por toda la clase.

—Supongo que la Dirección conocerá este comportamiento y habrá tomado medidas. Dime Mónica, tú sabrás algo.

—No sé nada papá.

—¿Quien es el acosado?

—Es Marcos, seguro que te acuerdas de él, es bajito, tiene el pelo muy negro y lo lleva muy largo. Es peruano, su padre trabaja en la embajada de Perú y viaja mucho.

—Sí ya sé quien es, cuando los viernes voy a recogeros siempre se acerca, pero nunca dice nada. Me da la impresión de que se siente muy solo.

—Papá, tú lo impresionas, eres muy grande y además…

Raquel no la deja terminar

—Yo creo que busca protección en papá.

—Mónica qué querías decir cuando Raquel te cortó.

—Que es tartamudo.

—¡OH! NO. Para darle confianza el próximo viernes lo llevaremos a su casa. ¿Te parece bien Mónica?

—No es necesario papá, vive muy cerca y él va andando.

Se hace un silencio, todos se miran. El padre lo rompe.

—Qué piensas hacer Mónica.

—No lo sé, lo hablaré con mis amigas. Estudiaremos un plan y nos enfrentaremos a ellos. Eso sí lo tengo claro, el acoso no puede seguir.

La madre se asusta.

—Mónica, tú no te metas en líos, a ver si esos brutos te pegan a ti. Raquel cuida de tu hermana.

—Sí mamá, la vigilaré. Mónica lo primero que tenéis que hacer es hablar con la jefa de Estudios. Contarle lo que ha pasado y pedirle que tome medidas para que no vuelva a pasar.

—Lo hablaré mañana con mis amigas.

El padre acaba la conversación.

—Raquel lleva razón, hablad con la Jefa de Estudios. Montaré una reunión de padres.

 

 

 

     Ya en el recreo todas se sientan en las mismas escaleras. A Valentina la asignan vigilar a Marcos que pasea solo por el patio, no muy lejos del grupo. Mónica toma la palabra.

—Propongo que hablemos con la Jefa de Estudios y la contemos lo sucedido. Sí estáis todas de acuerdo vamos, pero todas de acuerdo, nos tienen que ver muy unidas y decididas.

Todas levantan la mano con gritos de aprobación. Laura quiere hablar.

—Este tema no puede ser solo nuestro, tienen que participar también los chicos de la clase.

La propuesta es bien recibida. Mónica ve a Juan, Jaime y Javier en el centro del patio y va corriendo hacia ellos. Después de un rato de charla, los trae a la reunión. Juan toma la palabra.

—Estamos de acuerdo con vosotras y estamos dispuestos a ayudaros. Si es necesario les damos una manta de palos. Seguro que no molestan más a Marcos.

Mónica se pone en frente de Juan y levanta las manos, indignada.

—No y no. Violencia no, soluciones civilizadas. La violencia crea más violencia.

Valentina habla por lo bajini.

—Si no hay otra solución la propuesta de los chicos a mi me parece bien y además es la más rápida.

Vera la grita:

—Valentina, no seas burra.

Mónica propone que dos chicos y dos chicas vayan mañana a hablar con la Jefa de Estudios. Todos comentan quienes pueden ser los más adecuados. Al final la elección recae sobre Mónica, Vera, Jaime y Javier. Los cuatro corren para pedir hora a su secretaria.

 

 

 

La Jefa de Estudios—Da. Leonor— los recibe al día siguiente, a la hora del recreo. Va todo el grupo, a propuesta de Valentina que los convence con la idea de que así asustarán a la jefa.

Cuando abre la puerta para que pasen los cuatro representantes, ve a todo el grupo firme como soldaditos de plomo mirándola fijamente. Entran al despacho los cuatro elegidos.

Mónica le cuenta todo lo sucedido y hace hincapié en que hay que buscar una solución para que su compañero no reciba más daños físicos y psicológicos.

—Dudo que en este colegio se produzca un acoso, habrá sido una pequeña pelea a la que no debemos dar tanta importancia. Naturalmente, hablaré con ellos para que me cuenten lo ocurrido y tema acabado.

Mónica no está satisfecha con la actitud displicente de Da. Leonor, su gesto denota rabia y desconsuelo. Mira a sus compañeros, que con sus miradas rechazan el comportamiento de la Jefa y con sus gestos dan apoyo a Mónica. Animada insiste y amenaza.

—Nosotros no estamos de acuerdo con su actitud, ni con lo que usted dice y estudiaremos alguna solución, incluso darle publicidad por las redes sociales.

—¿Qué estás insinuando?

Javier salta rápidamente.

—Nada, por favor no nos interprete mal, pero su propuesta no la consideramos suficiente. No la aceptamos y por nosotros el tema no se cierra ahora y aquí.

—No estoy de acuerdo con vosotros, Todo quedará solucionado cuando hable con ellos. Ahora os tenéis que ir porque tengo mucho trabajo.

Mónica no se mueve, sus compañeros la rodean.

—No nos ha preguntado quienes son los acosadores, supongo que porque ya lo sabe. Los está protegiendo.

Da. Leonor abre la puerta con claro enfado.

A la salida se forma un corro con todo el grupo, Beatriz se dirige a Mónica.

—¿Qué ha pasado? Por la cara que ponéis ha ido mal.

Javier cuenta a sus compañeros todo lo sucedido en la reunión y la propuesta de Da. Leonor.

Marta muy disgustada grita.

—Aquí hay gato encerrado.

Todos gritan afirmativamente. Mónica propone.

—Si os parece bien, mañana en el recreo acordamos qué podemos hacer.

Todos aceptan y corren para llegar puntualmente a la siguiente clase.

 

 

  

    En el recreo del día siguiente hay un ambiente de tirantez, el grupo de Mónica se ha incrementado considerablemente, no solo con compañeros de su clase sino también con alumnos de otros cursos. Todos quieren intervenir, los comentarios se hacen a gritos. Mónica pide silencio y que el que quiera hablar que pida la vez, apuntándose en una libreta que tiene Marta. No tiene mucho éxito, nadie se apunta, pero todos quieren hablar.

La Jefa de Estudios, a la que ahora llaman La Sargento, observa desde la ventana de su despacho todo lo que ocurre en el patio. Preocupada por el cariz que van tomando los hechos, decide bajar. Cuando aparece por el portalón del edificio, Juan advierte a Mónica.

—Viene hacia aquí La Sargento Leonor.

—Chicos, el recreo es para que juguéis no para hacer mítines, iros cada uno a vuestros juegos habituales. Vamos rápido. El problema ya lo he solucionado. No son necesarias estas reuniones.

Nadie se mueve, los que estaban sentados se ponen de pie, todos en silencio. La escena es dura, la valentía de los congregados hace que algunos profesores, que ven la escena desde sus ventanas valoren con simpatía la actitud de los chavales. El Director mira con mucha atención lo que sucede, asomado discretamente desde su balcón.

Mónica da un paso adelante, rápidamente Vera, Jaime y Javier dan también un paso al frente. Mónica les habla a los congregados y grita.

—NO, que cada uno haga lo que quiera.

El grito NO se reproduce con entusiasmo y todos de pie no se mueven. Inesperadamente y antes de tiempo, suena la sirena para terminar el recreo y volver a las aulas. Todos vuelven a sus clases despacio.

A la salida de la última clase de la mañana Mónica busca a Marcos; cuando lo ve, se dirige hacia él.

—Si te molestan nos llamas.

—Gracias por lo que estáis haciendo por mí.

 

 

  

    Transcurren varias semanas con pequeños empujones de los acosadores a Marcos. Pero un día, en la primera clase de la mañana, entra con el pelo cortado a trasquilones y con moratones en la cara. Su aspecto asusta a sus compañeros. Mónica se dirige al profesor.

—Don Ángel, permítanos que hagamos una asamblea aquí y ahora en el aula.

—Tenéis mi consentimiento, me colocaré en la puerta para vigilar si viene un ser impertinente.

—Marcos, dinos cómo te han dado esta paliza.

—Aaayer cuando iiiba para mi casa al pasar por una zooona oscura, uno de ellos me puuuso una zaaancadilla y me caí al suelo; el más alto me suuujeto los brazos por la espalda y el otro sacó una tijera y me cortó el pelo con tirones, me hicieron mucho daño. Cuando les pareció bien empezaron a darme patadas y puñetazos en la cara y me dijeron.

—Si te chivaba y nos echaban del cole nuestra venganza será terrible. Nuestros padres no permitirán que los echen. Son muy importantes para este colegio, mucho más que el sudaca de tu padre.

Mónica está muy emocionada, emoción que transmite a toda el aula.

—Compañeros estas palizas no pueden seguir. Propongo que pidamos la expulsión del colego de los acosadores, de lo contrario haremos huelga en todo el colegio, supongo que con el griterío aprobáis la propuesta. El griterío siguió.

No se sabe cómo, pero días después aparecen octavillas por todo el patio, tienen un mensaje: ACOSADORES FUERA DE COLEGIO. Esto ha causado una tremenda alegría a todos los alumnos, los montones de octavillas que no han sido tiradas en el patio las cogen algunos alumnos y las reparten dentro de las aulas.

La Jefa de Estudios se pone histérica, sube al despacho del director. Conversan sobre todo lo ocurrido.

—Señor director, tenemos que buscar una solución que podría ser una expulsión temporal de los acosadores.

—No, no es posible, porque uno de sus padres tiene un cargo muy relevante en el Ministerio de Educación y nos aporta subvenciones muy importantes para la economía del colegio. El padre del otro es el director de un periódico de ámbito nacional y nos pone la publicidad del colegio gratis, lo que también supone un ahorro en nuestra economía. Estos chicos han sido muy conflictivos en todos los colegios que han estado. La solución debería venir por otro lado: expulsemos a Mónica.

—¡¡¡Señor!!!

—Busque un motivo que lo justifique, desaparecida la líder el tema morirá con el tiempo. Empiece a trabajar en buscar un motivo.

Cuando la Jefa de Estudios llega a su despacho comenta la decisión del director a su secretaria. Las dos se miran y la secretaria entiende muy bien la mirada de su Jefa. Sale del despacho y comenta, en la sala de profesores, la decisión del director. Pronto todos los alumnos están enterados. Al conocer la noticia Mónica piensa en sus padres y hermana, Raquel sale de su aula para ir al aula de Mónica y estar con ella. La abraza y le da ánimos. Se oye un grito repetido varias veces por todos sus compañeros: ¡¡MÓNICA!!  ¡¡MÓNICA!!  Sube el espíritu luchador de Mónica.

Salen del aula Vera, Jaime y Javier, pero cuando Marta los ve va tras ellos y comenta: “yo a mi amiga no la abandono”, Van derechos a ver al director, pero se niega a recibirlos. Jaime alza la voz, para que le oiga.

—Aténgase a las consecuencias, ahora también pediremos su dimisión.

Los muchachos se van y plantean una reunión para organizar un plan y después presentarlo a toda la clase en asamblea. Será en su aula, en la clase de matemáticas, que es un profesor que desde el principio los ha apoyado.

 

 

  

    Pocos días después se celebra la asamblea. Mónica se sienta en las últimas filas, pero sus compañeros la piden que suba y dirija la reunión. El profesor de matemáticas tapa con su espalda el cristal de la puerta.

Mónica toma la palabra.

—Con Marta, Javier, Jaime y Vera hemos redactado un plan a seguir, que si lo aprobáis lo pondremos en marcha el lunes. Primero haremos una huelga después del recreo y no iremos a las clases que están programadas. La haremos los lunes, miércoles y viernes.

Los gritos de aprobación confirman que les entusiasma la idea. El profesor pide silencio. Mónica sigue.

—Hemos redactado un mensaje: ACOSADORES FUERA DE COLEGIO Y DIRECTOR DIMISIÓN. Con este mensaje haremos una pancarta que la extenderemos en las huelgas.

Todos se quedan impresionados y entusiasmados. Una chica levanta el brazo con la intención de hablar.

—Por favor, Mónica ¿quién paga la pancarta?

—Una compañera nuestra se lo dijo a su padre y nos la hace gratis.

—¿También nos hizo las octavillas?

—¿Tú que crees?  pero sigamos.  Este mensaje lo vamos a difundir, pero no solo nosotros cinco sino también todos vosotros, entre todos conseguiremos que mucha gente se entere de lo que pasa en nuestro colegio. Lo debemos mandar a todos nuestros contactos, bien con mensajes cortos o por whatsapps. Javier va a mandar el mensaje a las televisiones y a los periódicos locales.  Cualquier medio que se os ocurra será estupendo: Facebook, tuiter, youtube, tiktok…Ahora solo falta vuestra aprobación.

Jaime nota que Mónica está cansada, toma la palabra.

—Levantad el brazo los que estáis conformes, no vale levantar los dos. Veo que la aprobación es por mayoría. Ánimo esta batalla la vamos a ganar si todos colaboráis no lo dudéis, y lo vais a hacer no tengo duda. Confío en vosotros.

Una chica da un grito: “¿en nosotras no confías?” Machista.

—Claro que sí, te diré que más que en los chicos. Confío en vosotros y vosotras.

Los chicos ofendidos: ¡ UUUUUUUUUUUUUUUUU!

Con buena armonía y buen humor se cruzan pequeños insultos, entre los dos bandos: femenino y masculino.

El profesor da por terminada la asamblea.

 

 

 

    Llega el primer lunes de huelga. La clase de Mónica sale en silencio, casi como una formación militar; según van caminando por los pasillos y escaleras se suman otros alumnos de otras aulas, Raquel y sus compañeros de aula: Jaime y Antonio son los primeros.

Al llegar al patio se sientan todos mirando al despacho del Director. Mónica y Marta despliegan la pancarta, todos aplauden y los aplausos se convirtien en gritos: “ACOSADORES FUERA. DIRECTOR DIMISIÓN”. Pronto el patio es un solo grito, el Director y la Jefa de Estudios observan la escena detrás de unos visillos, el Director con la cara totalmente desfigurada grita: “HAY QUE EXPULSAR A MÓNICA”. Cuando suena la sirena para volver a clase, el aula protagonista no se mueve, acompañados por algunos compañeros de otras aulas. Mónica se pone de pie con el brazo extendido hacia el despacho de Director y grita: “DIRECTOR DIMISIÓN”. Marcos, que no se separa de Mónica, se incorpora como un rayo, levanta su brazo hacia el Director y grita, sin tartamudear; “DIRECTOR DIMISIÓN”. El grito es repetido varias veces por sus compañeros, todos de pie.

Mónica habla a sus compañeros.

—Cuando estéis en casa, no se os olvide mandar las fotos y los vídeos que habéis tomado a todos vuestros contactos. Las redes sociales se tienen que llenar de información sobre nuestra lucha, que vamos a ganar.

La alegría que demuestran es contagiosa.  No se mueven hasta la finalización de las clases.

En las puertas del colegio los familiares de los niños forman un corro, comentado las acciones del Director que todos desaprueban. Se acerca el padre de Mónica.

—Para los que no estéis informados, os comento que en la reunión que tuvimos hace unos días, unos pocos padres, acordamos estar muy atentos a lo que pueda suceder, pero como los chavales lo están haciendo muy bien, no les quitaremos protagonismo. Se sentirían menospreciados.

Los niños salen sonrientes, no preocupan lo más mínimo a sus familiares.

 

 

 

El martes es un día normal, las clases se dan como están programados; a la hora del recreo el patio se llena de niños con sus teléfonos móviles. Todos comentan a gritos los mensajes y whatsapps que han recibido, la difusión por las redes sociales ha sido un éxito. Durante todas las clases del martes hay cuchicheos con espíritu optimista, en el aula de los organizadores los profesores tienen que mandar callar varias veces.

Al finalizar las clases de la tarde, cuando Mónica y Marta van hacia la puerta exterior del colegio, Marta mira a su amiga.

—He olvidado en clase la cazadora, voy a por ella.

—Te acompaño.

Suben rápidamente las escaleras un poco reocupadas, se cogen de la mano. Sofocadas van por el

pasillo despacio y aparece uno de los acosadores; las niñas se asustan y se dan la vuelta, pronto ven al otro acosador.  Los gritos amenazantes e insultos hacen que las niñas se abracen en una actitud de compartir el miedo. De una de las aulas sale Raquel.

—¿Es esta tu cazadora?

Las niñas corren al lado de Raquel, que las protege.

Los chavales se envalentonan más. Continúan con sus amenazas, pero estas terminan cuando salen al pasillo Jaime y Antonio, compañeros de Raquel, dos chicos altos y fuertes, los dos se dirigen hacia sendos acosadores, que no tardan en salir corriendo. Todos muy contentos se dirigen hacia la salida del colegio.

 

 

 

El miércoles cuando se abren las puertas del colegio, todos entran rápido sin despedirse de sus familiares, ansiosos por encontrase con sus compañeros. Las primeras clases se suceden con cierto nerviosismo intentando los profesores mantenerla tranquilidad. Y llega el recreo.

El aula de Mónica baja toda en silencio y muy despacio. Se van sumando compañeros de otras aulas de su mismo pasillo, cuando llegan al patio se llevan la sorpresa de que el patio está lleno con otros compañeros, que los aplauden. Se forma un griterío en las puertas del colegio: el portero no deja pasar a periodistas, cámaras de televisión, fotógrafos de prensa, todos piden el derecho a informar. El portero mira hacia una ventana, recibe una indicación y abre las puertas.

Entran rápidos preguntando quién es Mónica. Montan alrededor de ella una rueda de prensa, la líder se asusta y se quiere ir, pero su grupo la retiene y la convence de que es muy positivo para el motivo de la huelga, Marcos la sujeta tirando del pantalón. Un periodista pregunta:

—Mónica, ¿cuántos años tienes?

—Once

—¿En que curso estás?

—En sexto de primaria

—¿Qué quieres ser de mayor?

—Médico

—Vuestro éxito en las redes sociales ha sido tremendo, lo que nos ha animado a venir a entrevistarte. Por favor, ¿nos quieres contar cuál es la finalidad de esta huelga?

—Conseguir que en este colegio no haya acoso, un compañero ha sufrido un maltrato salvaje y no vamos a permitir que vuelva a suceder ni a este compañero ni a ningún otro.

—Sabemos que te han amenazado y que el Director del colegio te quiere expulsar.

—La actitud del Director ha sido la de defender a los agresores, por lo que pedimos su dimisión.

—Ya lo vemos en la pancarta. ¿Nos puedes hacer un relato de todo lo sucedido?

Mónica cuenta lo sucedido, sus compañeros hacen comentarios a las palabras de su amiga. Cuando algún periodista pone cara de duda Marcos le mira y grita: SÍ y SÍ.

—Queremos ayudaros y en algunas televisiones locales saldrá la noticia esta noche y seguro que en los periódicos de la zona mañana. El viernes volveremos.

Cuando los periodistas se han ido el griterío es general alrededor de Mónica. Se crea un grupo de incondicionales que aplauden y gritan ¡MÓNICA!, ¡MÓNICA! y en ese momento suena la sirena del fin del recreo, cuando aún faltan unos minutos para terminarlo. Se hace el silencio y la mayoría se quedan sentados mirando a la ventana del Director.

El Director da vueltas por su despacho, lo acompaña la Jefa de Estudios, levanta la voz para dirigirse a ella.

—Le he dicho que expulse a Mónica y usted no hace nada.

—Yo no la voy a expulsar, hágalo usted.

La Jefa sale del despacho y deja al Director dando vueltas alrededor de su mesa y mirando por la ventana. Su obesidad y sus sudores hacen que la escena sea grotesca. Después de la sentada todo sigue con total normalidad.

 

 

 

El jueves muchos niños van con periódicos bajo el brazo. El Director tiene todos encima de su mesa, ya leídos y desordenados. En corros, los familiares comentan las publicaciones y las noticias en la televisión. La rutina se adueña del colegio. Hay necesidad de descansar.

 

 

 

El viernes a la hora del recreo está el patio lleno de niños, la pancarta desplegada y todos gritando. Aparca en la puerta del colegio un coche negro de alta gama. Un señor muy trajeado se baja del coche y detrás de él otro señor, que tiene la pinta de ser su secretario. Bordean a los niños y sumen al despacho del Director. Los niños se quedan perplejos y se preguntan quién es ese señor.

—Bienvenido señor Presidente, a que debo…

—Dejémonos de buenas palabras, está usted hundiendo el prestigio no solo de este colegio sino de todo el grupo educativo, y no se lo puedo permitir. Televisiones, periódicos, las redes sociales comentan lo sucedido aquí, es la primera vez que hay un acoso en todos los colegios del grupo y hasta ahora hemos presumido de ello. Expulse inmediatamente a los acosadores y quiero el lunes en mi despacho su carta de dimisión. Su gestión no ha podido ser peor.

Dirigiéndose a su secretario.

—Prepare una nota para la prensa.

Bajan al patio, se paran en el centro de los niños y el Presidente se coloca al lado de Mónica, con mucho cariño la coge de la mano y la levanta.  Mónica está asustada, no sabe adónde mirar, Marcos también se levanta, por si necesita protección.

—Os tengo que dar las gracias a todos porque habéis salvado el prestigio del colegio, vuestra actitud me llena de satisfacción por tener unos alumnos tan formidables, no olvidaré vuestro comportamiento. Con vosotros este colegio será el mejor del grupo. Ahora permitidme unas palabras para Mónica. Te quiero dar mil gracias y transmitirte mi admiración por ti, por tu valor, por el liderazgo sin dudas, por tu inteligencia, has llevado el tema muy bien.

A Mónica le cuesta mantener sus ojos sin lágrimas, pero no a su amiga Marta y a Marcos que lloran de emoción.

—Para finalizar quiero daros dos buenas noticias, los acosadores serán expulsados inmediatamente y el Director acaba de presentarme su dimisión. Pronto conoceréis el nuevo Director. Quiero que seáis los mejores por lo tanto eso solo se consigue estudiando mucho. Necesito una promesa de que estudiareis más y más. Contestarme.

Todos gritan entusiasmados Sí, Sí…

Me quedaría con vosotros un buen rato, pero mis obligaciones me lo impiden. Adiós

El presidente es despedido con muchos aplausos, pero antes de irse le da dos besos a Mónica.

 

 

  

 

 

 

 

  

 

 

 

 

 

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