ELÍAS LLAMAZARES DE LA PUENTE R11
DUELO EN EL CORRO DE LUCHA LEONESA
Desde hace mucho tiempo, sigo los corros de Lucha Leonesa, también llamados Aluches, durante la Liga de Verano. Mi afición comenzó en mi infancia, en las fiestas de mi pueblo. Siempre iniciaba el primer combate y era el único porque perdía, y siempre con la misma llave: la Gocha. Las llaves son llamadas mañas en el ambiente de la lucha. Luego me quedaba viendo todo el corro hasta que luchaban los mayores, que eran los mejores.
Como consecuencia de esa experiencia, ahora cojo mi cámara fotográfica y tengo imágenes de todos los corros que puedo. En estos momentos voy hacia Boñar, último corro del verano, muy interesado en ver y fotografiar el enfrentamiento entre EL Látigo de la Sobarriba y El Lobo de la Vecilla, categoría de pesos semipesados. En la clasificación van prácticamente empatados y hoy se decidirá el ganador de la Liga de Verano. En la carretera hay caravana de coches, todos hacia Boñar. El interés de los aficionados es máximo.
Mi compañera me pregunta:
—¿Por qué tanto público?, ¿se decide algo importante hoy?
—Luchan los dos mejores en semipesados, pero hay algo más.
—Sí, que se decide quién gana La Liga de Verano, ya me lo habías dicho.
-—No solo eso, es un enfrentamiento entre dos estilos de lucha. A El Látigo lo entrena Clemente Fuertes, el Junco de Tendal, y a El Lobo lo entrena Héctor García, el Divino de Campohermoso. Los dos mejores luchadores de los últimos años, y sin olvidar a Felipe León Viñuela, El Mago de Villaquilambre.
—¿Qué has querido decir con “hay algo más”?
—Los dos eran buenos amigos, estudiaban en el mismo colegio en la Capital y, además, compañeros de curso, pero ahora no se hablan. Son buenos deportistas y en los corros su comportamiento, por lo menos hasta ahora, es riguroso con las normas, no usan trampas ni malos modos, pero ¿hasta cuándo durará este comportamiento?, ¿quién de los dos será el primero en crear hostilidades y tener un comportamiento antideportivo? En los últimos corros la lucha ha sido muy dura, rozando la agresividad. ¿Qué ocurrirá en el corro de hoy?
—Seguro que la culpa la tiene una mujer.
—Circulan rumores
—Tú, que sabes la vida de todos los luchadores, tienes que conocer esos rumores de “algo más”. Cuenta.
—Los dos son del mismo grupo de chicos y chicas que van juntos a las discotecas. Una noche una chica del grupo trajo a una amiga llamada Camino. El Látigo no tardó en cogerla de la mano y la sacó a la pista de baile, bailaron durante mucho tiempo hasta que El Lobo, que no pudo aguantarse más, salió a la pista y se interpuso entre la chica y El Látigo comenzando a bailar con ella. El Látigo, con gestos que demostraban el enfado con su amigo, se retiró. Desde entonces empezaron las hostilidades entre ambos. Cada vez que iban a una discoteca había encontronazos entre los dos.
—¿Y la chica qué hacía?, ¿tomaba parte por alguno?
—No, ella parecía divertirse mucho con esta situación, que incluso la provocaba según me contaron, y todo lo que sé es por charlas con alguno de sus amigos comunes.
—¡Qué jeta!, ¡qué fresca!
—Hoy vienen todos al corro.
—Tú quien crees que ganará.
—Sus entrenadores han preparado a fondo este enfrentamiento. Tengo muchas dudas.
Mientras estoy parado en la caravana de coches, reflexiono sobre la reunión que tuve con Clemente Fuertes. Me llamó, hace unas semanas para pedirme una copia de las fotos de los enfrentamientos entre El Lobo y El Látigo. Le puse dos condiciones: que también le entregaría una copia a El Divino y que no participaría en el análisis de sus aluches. Aceptó. Cuando se los entregué me expresó su deseo de que los viera con él, aunque no comentara nada.
Clemente hace una visión general y luego, sin esperar algún comentario mío, piensa en voz alta:
–Vamos a los detalles, empecemos por las caídas de El Látigo.
Clemente se concentra en el visionado y pronto se olvida de que estoy presente, piensa en voz alta. Cumple con su palabra y no me consulta.
“Aquí cayó con un Garabito, El Lobo le ganó la iniciativa: bloqueó con la rodilla y el pie de su pierna derecha la pierna izquierda del Látigo, que estaba muy estático y cayó desequilibrado. Esta maña se repite en otros corros, tenemos que buscar una solución”.
Después de visionar todos los corros apunta en su bloc las mañas a mejorar: Garabito, Zancajo, Mediana y Cadrilada. También apunta que El Lobo muestra una buena potencia de brazos.
Clemente empieza a analizar los corros en los que El Látigo ha ganado. Comenta en voz alta: “bien, muy bien, rápido y ágil, inteligente, buscando posiciones de desequilibrio del cuerpo de El Lobo. Muy bien en las mañas: Dedilla, Traspiés, Gocha y Golpe de cadera. Demuestra, en su estudio de las posiciones de las piernas de El Lobo, habilidad para atacar con la maña adecuada”.
A Clemente le observo contento y muy animado. Me comenta que las fotos las volverá a estudiar con El Látigo. Me da las gracias y marcha.
Pocos días después me reúno con El Divino y con El Lobo, los comentarios son similares a los de El Junco. Buscan las debilidades de El Látigo y las fortalezas de El Lobo.
—¿En qué estás pensando? Te veo muy callado.
—Buscando un sitio dónde aparcar.
Entramos en el corro, las gradas están llenas. La organización nos tiene un sitio reservado, aunque yo me moveré por todo el corro buscando la luz más adecuada para fotografiar a los luchadores. Veo en las gradas a los amigos de El Látigo y de El Lobo y entre ellos está Camino, la chica de la discordia.
Empieza la ceremonia habitual de todos los corros y se inician las presentaciones de los luchadores: desde los pesos más ligeros a los pesados. Cuando el locutor menciona a El Lobo los aplausos y los gritos de sus seguidores suben considerablemente de volumen, pero cuando llama a El Látigo al cetro del corro, no son menos los gritos de sus admiradores El locutor pide silencio y empiezan los combates. Cuando llega el momento de los semipesados, en el público se hace un silencio total. El Látigo y El Lobo van ganando con dificultad sus respectivos aluches, su enfrentamiento es inevitable y deseado. Se juegan quién es el campeón de La Liga de Verano. Ahora no hay ningún grito, la tensión es máxima.
Los luchadores se agarran, El Látigo estira sus brazos porque quiere tener alejado a El Lobo. Sabe que sus brazos son más potentes y lo puede tirar con una Mediana. El Látigo espera el momento y cuando ve que su contrario tiene mal equilibrado el cuerpo, lo tira con una simple Dedilla. Sus seguidores corean su nombre con entusiasmo.
El Lobo no se da por derrotado, se agarra al cinto del Látigo con furia, su cara denota sed de venganza por esa caída tan simple. No espera mucho, usando la fortaleza de sus brazos, lo atrae hacia sí, lo levanta por los aires dándole dos vueltas, lo gira y lo vence hacia la pradera con fuerza, cayendo él encima de El Látigo. La maña del saque la ha realizado bien, pero le ha sobrado agresividad, ya lo tenía indefenso y no era necesario esa caída sin piedad. Parte del público lo abuchea. Los árbitros van rápidos hacia El Látigo, le peguntan que cómo se encuentra, su gesto es de poder seguir. Los árbitros le conceden unos pocos minutos de recuperación. Dando unos pasos por la pradera ve a Camino en la grada. Nuevamente se agarran, están empatados a caídas y llega el momento decisivo. Los dos giran como en una danza ancestral, ninguno toma la iniciativa, pasan los segundos como si fueran horas, ni una tos rompe el silencio. De pronto se oye un grito de mujer en el corro y el eco por todo el valle: LÁTIGO. El grito ha salido del grupo de los amigos. El Látigo reconoce la voz de Camino y levanta la cabeza para verla. El Lobo ve esta distracción y la aprovecha: es el momento de la carrilada; lo levanta con los brazos e introduce el muslo entre las piernas de El Látigo, lo gira y lo tira sobre la hierba, otra vez con dureza. El grito de Camino ha aumentado su agresividad. Ya en la hierba se mantiene unos segundos nuevamente encima de El Látigo para humillarle y demostrarle que él es el mejor.
Los seguidores de El Lobo gritan y aplauden y los de El Látigo lo silban y lo abuchean. Los árbitros dan por vencedor a El Lobo.
A la salida del corro los enfrentamientos entre los seguidores se convierten en insultos. A El Lobo le recriminan su comportamiento antideportivo y muy agresivo, mientras que sus seguidores responden con cachondeo y risas. La discusión no llega a más por la presencia de la Guardia Civil.
Los amigos de El Látigo lo esperan a que se cambie de ropa, en el ambiente silencioso se palpa un gran enfado con Camino, la culpan de la derrota de su amigo.
El Lobo ve a el grupo de amigos, pero no se atreve a unirse a ellos.
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